lunes, 10 de febrero de 2014

Recordaré tu risa eterna

Recuerdo tus sonrisas de antaño
Tu perfume delicado
y tu atuendo de seda.

Recuerdo las cosas que odiabas,
las que amabas,
e incluso las que detestabas.

Rememoro tus historias,
me quedo con aquellas más ficticias.
Anhelo esa fuerza interior que tenías,
hace más de 10 años.

Te gustaba cuidar tus plantas,
yo nunca supe como.

Cuando él se había ido…
cambiaste completamente tu forma de ser.
Nunca lo dijiste,
pero siempre lo supe.

Sé que pasamos los mejores momentos
y sé que traté de darte mi compañía
cuando la necesitaste.

Igual todos sabíamos
que no querías estar más…
Ya todo era dolor y sufrimiento.
Todos sabemos que anunciaste tu partida,
que todo ha sido tan lento,
tan desgarrador,
tan inconstante.
Una prueba del destino 
difícil de sortear.

Pude acariciar tu espalda el último día.
Pero sé que las risas que hemos compartido juntas,
jamás las borrará el tiempo.

Sé que no querés escuchar mi llanto,
siempre dijiste que cuando llegue este día,
no querías que nadie inunde sus cuartos,
pero me resulta improbable,
aunque las cosas no eran como antes,
darte el adiós final,
tiene un sabor muy amargo,
como los mates que no te gustaban,
o como los últimos días en que llamabas 
hasta los que no estaban.

Me esfuerzo por recordar los mejores momentos,
es complejo no tener presente
que tus años al final de la historia,
no han sido los más óptimos.

Pero has tenido una vida plena.
Generaste una familia,
realizabas tus propios vestidos,
hasta hiciste muchos para mi también.

Quiero quedarme con esa imagen tuya
de los viajes que hacíamos juntas,
de las comidas que preparábamos,
de la muñecas que me comprabas
y de las noches de charlas eternas.
Tengo consciencia que tampoco 
borraré los últimos días
y lo fugaces y punzantes que han sido.

Te prometo no llorar más,
pero sabés que a pesar de todo 
nunca podré olvidarte.
Hemos compartido demasiado.

He visto tu rostro en el cielo,
en la tarde de ayer,
estoy más que segura.
Te saludé levemente.

Tu descanso era necesario,
ahora hay que aceptarlo con valentía
y quizás algún día nos reencontremos
y recordemos esas tardes en la plaza
y esas noches de cuentos que siempre
llevaré conmigo a todas partes.


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