Esta mañana no pude abrir mis ojos. Desperté
realmente tarde. Presiento que hay un agujero de arenas movedizas en el medio
de mi cuarto que se lleva todo, menos algunos recuerdos. Se levanta el parket y
se vislumbra este ser misterioso.
De vez en cuando me manda papeles en el interior de
una botella, con diversos tipos de mensajes, como ¨Tengo
que aceptar que nada es perfecto¨,
o que ¨las personas en general son aves de paso, que te ayudan, que te enseñan
miles de lecciones o aventuras, pero nadie va a estar siempre¨ o que ¨nadie va
estar dispuesto a compartir todo¨
Tuve la necesidad de abrir mis ojos, abrir las
cortinas, no cerrar las ventanas y mirar el exterior, para dejar de pensar todo
el tiempo en ello.
Hay
días que el ser que vive en ese pozo, se alimenta de mi. Me pide que me corte
las uñas al borde de la cama, para proveerle algo de proteínas.
Me
da miedo levantarme, porque próximamente me va a tomar del tobillo y comenzará
a girar su enredadera por mi pierna. De hecho, el otro día me picó la planta
del pie, estuve caminando mal un par de días.
Por las noches se escuchan los susurros desde ahí
abajo, los gruñidos, se ve que está bastante enfurecido. A veces tiene sed, y
me pide agua. En cuanto me levanto el piso se abre de par en par y sale
demasiado viento, se acerca entonces este ser y cierra las compuertas y con
miles de gritos me pide que llore. Porque mis lagrimas son el único agua que
calma sus ansias de beber.
También suele recargar su energía con todas las cosas
que son electrónicas. Siempre tengo que dejar algún artefacto enchufado en mi
cuarto para no desatar su ira. Parece que maneja de esta manera su energía subterránea,
mantiene su espacio fresco con la electricidad ajena.
A veces lo invito a compartir un té o un mate cuando
me siento sola, pero eso también le genera rabia, no le gusta el contacto
excesivo con las personas. Si lo ignoro tampoco se siente a gusto, ya que el
también solía ser un solitario que
escribía todo el día.
En lo que si se solidariza es cuando tengo frío, con
su energía calefacciona todas las paredes de mi casa. Yo creo que en el fondo
tiene buen corazón, aunque no le gusta que sepa su nombre. Dice que jamás me lo
va a decir, y me pidió por favor que no le cuente a nadie de su existencia.
Dice que es un ente que dejó de ser humano hace
tiempo y que mediante un pacto con fuerzas subalternas pudo lograr tener esa
casa. Que era sólo cuestión de pedirme un poco de ayuda para obtener comida,
agua y algún que otro suministro básico para no tener que salir nunca más al
exterior, ya que era además fotofóbico y le hacia daño también el contacto con
la naturaleza. El sugería que en el futuro iba a haber una gran cantidad de
gente que opte por ese estilo de vida.
Hasta que un día escuché su llanto, se sentía solo,
descuidado, extrañaba la copa de los árboles que se solía mover con la brisa.
Lo invité a dar un paseo por la plaza para que se despeje un poco. Me pidió que
no me bañe y salga en pijama luego de 48 hs. También me dijo que no me peine ni
use anteojos. No quería él que vea su verdadero aspecto.
Nos íbamos a encontrar directamente en la plaza a las
5 de la mañana. Cumpliendo con todos los aspectos que me pidió, esperaba yo
sentada, por su presencia en un horario cercano al estipulado. Llevé una botella
de lágrimas por si quería beber algo y un texto escrito en su interior. Cuando
llegó, me sorprendió por la espalda y vendó mis ojos con un trapo blanco. Tomó
la botella de mis manos, bebió primero su contenido, espero un momento, en el
cual supongo que leyó el texto. Luego me dijo .- ¨Gracias¨ y me abrazó. Tenía
un olor muy fuerte, y su piel parecía la de un pez. Pero no me importaba, me
sentía bien entre sus brazos.
Al tiempo me dijo, .-Yo también traje algo de beber,
y con los ojos vendados ingerí esa poción. En unos minutos, me sentiría yo
mareada y me quedé completamente dormida.
Al despertar, mi casa no era ya mi casa, mi cuarto estaba lleno de
lianas y musgo y charcos de agua putrefacta. El techo era de parket. Estaba
todo muy oscuro y hacía tanto frío que mi aliento se observaba en el aire. El
ambiente estaba tan cerrado que me daba claustrofobia. Quise salir y no pude, y
ahí me percaté que definitivamente no era mi casa. Ese pez me había engañado,
sobre el techo de mi nueva morada, a través de un agujero pude ver como se
cortaba las uñas y lloraba. Envió su ultima botella mensajera, que decía, ¨Mi
misión era mostrarte la realidad, espero te des cuenta que no puedes confiar en
nadie, vos sos la única que tiene la posibilidad de salir de ese pozo, sino lo
haces morirás a la brevedad, y yo también.¨