miércoles, 21 de agosto de 2013

Goces estéticos


Me detengo a mirar los colores y destellos que la luna me ofrece. Me asombro ante la cálida sensación de la mañana. A veces camino y miro el suelo como si buscara respuestas. En otras ocasiones, miro los zapatos de las personas que se sientan cerca de mí en los transportes públicos, tratando de adivinar qué caminos recorrieron. Otras veces, me detengo a contemplar las hojas otoñales sin poder evitar pisarlas para escuchar su crujir.
En muchos momentos decido frenarme y comenzar a prestar atención a las vibraciones de los sonidos. Hay situaciones en las cuales los silencios importan y  mucho. Por las noches, escuchar los leves gritos de los grillos y por las mañanas el canto de las aves. El golpear de mis zapatos repitiéndose constantemente contra las baldosas, de manera monótona para ir al trabajo. Los autos de la calle dirigiéndose rápidamente a diversos lugares, mayoritariamente en busca del pan o de mayores ambiciones. Y yo, caminando, luchando por el sueño de contagiar la magia artística.
Después llego a casa, con los ojos agotados, llenos de sueño. Antes, me subo al colectivo, y ese es el momento para pensar un poco en mi, a dónde quiero llegar, y si realmente es bueno vivir una vida pensando constantemente en los demás. Siempre fui así. Creo que hoy en día tengo que  empezar a concentrarme en mi misma. Disfrutar cada minuto de la vida cómo si fuera el último. Volar, construir unas alas de tela y cartón con plumas y aprender realmente a volar para tirarme de los rascacielos más altos. Sentir el viento en mi rostro y la sensación de elevarme cada vez más y más, hasta dejar de percibir los males. Poder flotar y alimentarme de las nubes y beber de la lluvia. Los arco iris serían mi compañía y sus colores me ayudarían a plasmar las más estridentes pinturas que cualquiera pueda captar.
Y en ese estado encontrarme con dioses provenientes de distintas culturas y de esa manera, hacer un pacto en que uniríamos nuestras fuerzas e intentaríamos cambiar las cosas. Ninguno tiene la respuesta de todo, pero con la unión de diferentes ideas y de distintos elementos de la naturaleza, podríamos generar un poder indestructible que causaría como fin último la paz.

Un grupo de dioses angelicales, con un único propósito. Luchar por la felicidad mundial. Eliminar las penurias, el hambre, la falta de placeres para todos, concentrados en clases sociales poderosas, quienes por sus ambiciones tampoco disfrutan de nada. Generar un ambiente en el cual todo sea placentero y que lo único que importe es hacer realmente lo que a cada ser le dé felicidad. Y así estallaríamos todos los seres, que en nuestro interior solo tenemos colores para brindar, y pintaríamos así el cosmos que ya no sería utópico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario