jueves, 15 de agosto de 2013

Entes viajantes

Afuera es un día soleado y agradable  para tomar unos mates al aire libre aunque está un poco fresco, algunas hojas color ocre vuelan en mi ventana, como intentando espiar que estoy haciendo. Producen  un sonido muy suave cuando rozan en el suelo, al caer sobre el asfalto. Podrían formar parte de una composición musical que acompañe mi escritura.
Antes de llegar a mi casa, mi mente se puso a divagar, no sé si la palabra correcta es divagar, ya que lo estaba haciendo sumamente a consciencia. Mis pensamientos se desprendían de una observación directa del contexto urbano. Así como los filósofos de la naturaleza intentaban explicar el origen de las cosas mediante el análisis de la misma, a veces me interesa buscar una explicación de lo que circunda en el ambiente, buscando respuestas. Creo que no hay que ser un gran estudioso de ningún tipo de ciencia como para darse cuenta que la mayoría de la gente no es feliz. Desconozco si esto es producto de la posmodernidad, o de la pesada carga que se auto impone la sociedad misma, quizás sea causa del accionar incorrecto y hostil de los propios individuos.
Al mediodía me dirigía hacia mi hogar en tren, y mientras esperaba el vehículo que se atrasó como media hora, observaba a unos niños jugar en el andén. Uno se cayó y la madre se rió con muchas ganas. Otro comía un pedazo de pan, que luego tiró al piso y se transformó en una  pelota de futbol. A los ojos de cualquiera esto quizás pueda ser una simple escena de cualquier parte. Simple y sin importancia. Pero yo siempre vislumbro un poco más. Hay que ser conscientes que a miles les falta el pan, y ese pedazo se transformó en pelota que terminó en las vías del ferrocarril.
Luego ascendía al transporte y me puse a ver los rostros. Más del setenta por ciento de la personas estaban dormidas y las que no lo estaban, tenían cara de preocupación. Muy pocos estaban leyendo algo. Es obvio que los que dormían estaban sumamente cansados de sus jornadas laborales, la mayoría poseía un portafolio, evidencia de trabajo rutinario. Los que estaban preocupados, seguramente lo estaban por sus problemas cotidianos acerca de  cualquiera de los aspectos fundamentales para el ser humano: amor, salud y dinero. Había un hombre que leía un texto, que poseía un capítulo que se titulaba, ¨ Fe es tener expectativas de resolución de las cosas ¨. Vaya uno a saber, si era un libro de religión o era una metáfora, pero era sumamente contrario a la actitud que portaba el resto de los pasajeros. La comunicación entre las personas es casi nula, quizás allí esté la raíz de nuestros pesares. Cada uno se concentra en una vida sumamente individualista, de la cual es muy difícil salir. Pareciera que todo apuntara a que uno esté concentrado en solamente buscar el bienestar propio y no el de los demás. Sin tener en cuenta que, si los demás no están felices, es muy complejo ser una persona plena en un mundo lleno de caras tristes. Es difícil evadirlas y es complicado no observarlas, o tal vez pensar en cómo se puede reconfortar de alguna manera a esas almas que viajan como entes, hacia ninguna parte.



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