Afuera
es un día soleado y agradable para tomar
unos mates al aire libre aunque está un poco fresco, algunas hojas color ocre
vuelan en mi ventana, como intentando espiar que estoy haciendo. Producen un sonido muy suave cuando rozan en el suelo,
al caer sobre el asfalto. Podrían formar parte de una composición musical que
acompañe mi escritura.
Antes
de llegar a mi casa, mi mente se puso a divagar, no sé si la palabra correcta
es divagar, ya que lo estaba haciendo sumamente a consciencia. Mis pensamientos
se desprendían de una observación directa del contexto urbano. Así como los
filósofos de la naturaleza intentaban explicar el origen de las cosas mediante
el análisis de la misma, a veces me interesa buscar una explicación de lo que
circunda en el ambiente, buscando respuestas. Creo que no hay que ser un gran
estudioso de ningún tipo de ciencia como para darse cuenta que la mayoría de la
gente no es feliz. Desconozco si esto es producto de la posmodernidad, o de la
pesada carga que se auto impone la sociedad misma, quizás sea causa del
accionar incorrecto y hostil de los propios individuos.
Al
mediodía me dirigía hacia mi hogar en tren, y mientras esperaba el vehículo que
se atrasó como media hora, observaba a unos niños jugar en el andén. Uno se
cayó y la madre se rió con muchas ganas. Otro comía un pedazo de pan, que luego
tiró al piso y se transformó en una pelota de futbol. A los ojos de cualquiera
esto quizás pueda ser una simple escena de cualquier parte. Simple y sin
importancia. Pero yo siempre vislumbro un poco más. Hay que ser conscientes que
a miles les falta el pan, y ese pedazo se transformó en pelota que terminó en
las vías del ferrocarril.
Luego
ascendía al transporte y me puse a ver los rostros. Más del setenta por ciento
de la personas estaban dormidas y las que no lo estaban, tenían cara de
preocupación. Muy pocos estaban leyendo algo. Es obvio que los que dormían
estaban sumamente cansados de sus jornadas laborales, la mayoría poseía un
portafolio, evidencia de trabajo rutinario. Los que estaban preocupados,
seguramente lo estaban por sus problemas cotidianos acerca de cualquiera de los aspectos fundamentales para
el ser humano: amor, salud y dinero. Había un hombre que leía un texto, que
poseía un capítulo que se titulaba, ¨ Fe
es tener expectativas de resolución de las cosas ¨. Vaya uno a saber, si
era un libro de religión o era una metáfora, pero era sumamente contrario a la
actitud que portaba el resto de los pasajeros. La comunicación entre las
personas es casi nula, quizás allí esté la raíz de nuestros pesares. Cada uno
se concentra en una vida sumamente individualista, de la cual es muy difícil
salir. Pareciera que todo apuntara a que uno esté concentrado en solamente
buscar el bienestar propio y no el de los demás. Sin tener en cuenta que, si
los demás no están felices, es muy complejo ser una persona plena en un mundo
lleno de caras tristes. Es difícil evadirlas y es complicado no observarlas, o
tal vez pensar en cómo se puede reconfortar de alguna manera a esas almas que
viajan como entes, hacia ninguna parte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario