jueves, 22 de agosto de 2013

El pozo subterráneo


Esta mañana no pude abrir mis ojos. Desperté realmente tarde. Presiento que hay un agujero de arenas movedizas en el medio de mi cuarto que se lleva todo, menos algunos recuerdos. Se levanta el parket y se vislumbra este ser misterioso.
De vez en cuando me manda papeles en el interior de una botella, con diversos tipos de mensajes, como ¨Tengo que aceptar que nada es perfecto¨, o que ¨las personas en general son aves de paso, que te ayudan, que te enseñan miles de lecciones o aventuras, pero nadie va a estar siempre¨ o que ¨nadie va estar dispuesto a compartir todo¨
Tuve la necesidad de abrir mis ojos, abrir las cortinas, no cerrar las ventanas y mirar el exterior, para dejar de pensar todo el tiempo en ello.
            Hay días que el ser que vive en ese pozo, se alimenta de mi. Me pide que me corte las uñas al borde de la cama, para proveerle algo de proteínas.
            Me da miedo levantarme, porque próximamente me va a tomar del tobillo y comenzará a girar su enredadera por mi pierna. De hecho, el otro día me picó la planta del pie, estuve caminando mal un par de días.
Por las noches se escuchan los susurros desde ahí abajo, los gruñidos, se ve que está bastante enfurecido. A veces tiene sed, y me pide agua. En cuanto me levanto el piso se abre de par en par y sale demasiado viento, se acerca entonces este ser y cierra las compuertas y con miles de gritos me pide que llore. Porque mis lagrimas son el único agua que calma sus ansias de beber.
También suele recargar su energía con todas las cosas que son electrónicas. Siempre tengo que dejar algún artefacto enchufado en mi cuarto para no desatar su ira. Parece que maneja de esta manera su energía subterránea, mantiene su espacio fresco con la electricidad ajena.
A veces lo invito a compartir un té o un mate cuando me siento sola, pero eso también le genera rabia, no le gusta el contacto excesivo con las personas. Si lo ignoro tampoco se siente a gusto, ya que el también solía ser un  solitario que escribía todo el día.
En lo que si se solidariza es cuando tengo frío, con su energía calefacciona todas las paredes de mi casa. Yo creo que en el fondo tiene buen corazón, aunque no le gusta que sepa su nombre. Dice que jamás me lo va a decir, y me pidió por favor que no le cuente a nadie de su existencia.
Dice que es un ente que dejó de ser humano hace tiempo y que mediante un pacto con fuerzas subalternas pudo lograr tener esa casa. Que era sólo cuestión de pedirme un poco de ayuda para obtener comida, agua y algún que otro suministro básico para no tener que salir nunca más al exterior, ya que era además fotofóbico y le hacia daño también el contacto con la naturaleza. El sugería que en el futuro iba a haber una gran cantidad de gente que opte por ese estilo de vida.
Hasta que un día escuché su llanto, se sentía solo, descuidado, extrañaba la copa de los árboles que se solía mover con la brisa. Lo invité a dar un paseo por la plaza para que se despeje un poco. Me pidió que no me bañe y salga en pijama luego de 48 hs. También me dijo que no me peine ni use anteojos. No quería él que vea su verdadero aspecto.
Nos íbamos a encontrar directamente en la plaza a las 5 de la mañana. Cumpliendo con todos los aspectos que me pidió, esperaba yo sentada, por su presencia en un horario cercano al estipulado. Llevé una botella de lágrimas por si quería beber algo y un texto escrito en su interior. Cuando llegó, me sorprendió por la espalda y vendó mis ojos con un trapo blanco. Tomó la botella de mis manos, bebió primero su contenido, espero un momento, en el cual supongo que leyó el texto. Luego me dijo .- ¨Gracias¨ y me abrazó. Tenía un olor muy fuerte, y su piel parecía la de un pez. Pero no me importaba, me sentía bien entre sus brazos.
Al tiempo me dijo, .-Yo también traje algo de beber, y con los ojos vendados ingerí esa poción. En unos minutos, me sentiría yo mareada y me quedé completamente dormida.

Al despertar, mi casa no era ya mi casa, mi cuarto estaba lleno de lianas y musgo y charcos de agua putrefacta. El techo era de parket. Estaba todo muy oscuro y hacía tanto frío que mi aliento se observaba en el aire. El ambiente estaba tan cerrado que me daba claustrofobia. Quise salir y no pude, y ahí me percaté que definitivamente no era mi casa. Ese pez me había engañado, sobre el techo de mi nueva morada, a través de un agujero pude ver como se cortaba las uñas y lloraba. Envió su ultima botella mensajera, que decía, ¨Mi misión era mostrarte la realidad, espero te des cuenta que no puedes confiar en nadie, vos sos la única que tiene la posibilidad de salir de ese pozo, sino lo haces morirás a la brevedad, y yo también.¨

No hay comentarios:

Publicar un comentario